La última alma humana.

“La última alma humana recibirá el último rayo de sol”. Así es como está escrito y así es como sucederá. No importa quién intente cambiar el pasado para reescribir el futuro, el Destino es una fuerza implacable que arrastra a todos según sus más intrincados designios. Todo ocurre por alguna razón, nada es producto del Azar. Somos hijos del pensamiento y el último hombre que vea el último resquicio de luz del mundo será alguien capaz de volver a mostrarnos esa esperanza de ver el día que nosotros mismos nos hemos robado.

El rayo de luz que escapa.

He llegado a mi límite. Las cosas se ven imponentes desde mi posición  y no me veo capaz, siquiera, de rozarlas con la yema de los dedos. No paro de temblar y sé que no es de frío. Esa sensación que recorre la piel provocando un escalofrío que estremece el cuerpo de arriba abajo  ya no me afecta. He logrado escapar de él ¿por suerte? No estoy muy segura.
Si tiemblo es por las cosas que se avecinan, por todo aquello que está por ocurrir y no estoy segura de poder controlar o, al menos, guiar de tal forma que siga un rumbo que me sea favorable.
Me encuentro perdida en un cielo repleto de nubes grises y opulentas dónde el Sol está escondido y dónde los rayos de luz que logran escapar al férreo control del opaco muro nuboso son escasos.
Supongo que será un mal día. Todos los tenemos y la mayoría logramos salir de ellos tarde o temprano. La cuestión es preguntarse y, sobre todo, responderse: ¿Cuál es el lado positivo?