"Somos amigos. Pero..."



Cobijada en la oscuridad de su habitación, tumbada sobre la cama y con los ojos puestos en un techo que realmente no ve debido a la negrura que se apodera de todos los rincones, trata de encontrar algún sentido capaz de expresarse en palabras a todo lo que pasa por su cabeza.
Sus pensamientos en esos instantes podrían asemejarse con una precisión casi aterradora a esos auriculares que sacas de tu bolsillo después de estar en ese mismo lugar durante un día entero. Están tan enredados unos con otros que parece prácticamente imposible desenredarlos. Y podría haber sido algo más romántica a la hora de buscar un símil que se adecuase a su situación, pero no cree que sea necesario. Lo que busca es claridad y demasiado confusa está ya como para, además, añadirle a su vida una poesía y una retórica que ni necesita ni se entiende.
Respira hondo y, a tientas, se levanta a abrir la ventana. No tener el control de su vida la frustra y, aunque trata no pensar en ello, es algo que flota en el aire. Como un pálpito. Insistente y prolongado.
Cuando vuelve a tumbarse, chasquea la lengua, cierra los ojos y mentalmente estira hacia los lados, hacia arriba y hacia abajo todos sus pensamientos con la esperanza de que algún perezoso no se haya agarrado bien y pueda separarlo del resto. Para tener un hilo del que tirar. Un comienzo.
Afortunadamente y no sin esfuerzo, lo consigue. Dos palabras se despegan de la masa pegajosa y confusa de su mente: “Somos amigos”.
Y cuando comienza a pensar que ha encontrado por fin su camino, una espantosa palabra se suelta sola de aquella maraña aparentemente indestructible, poniendo fin a aquel rayo de luz y sumiéndola de nuevo en la profunda confusión: “Pero…”

Dorothy.

Recuerdo perfectamente el cielo gris.
Y la casa volando.
Y el tornado.
Y lo recuerdo porque lo han marcado como el principio de todo, el génesis, el origen. No importa lo que ocurrió con anterioridad, lo que importa es ese momento en el que comienza el vendaval y lanza todo por los aires, catapultándolo a una nueva dimensión que hace que todo tiemble y se estremezca. Que hace que todo cambie, que tú seas distinto, que yo sea distinta.

Mi nombre es Dorothy Gale y ya no estoy en Kansas.