Jack Sparrow.

                               
Gibbs: Y abra lo que abra esa llave, dentro tiene que haber algo valioso, de modo que nos dispondremos a averiguar qué es lo que abre.
Jack: ¡No! Sin esa llave, no podemos abrir lo que sea que no tenemos que abre la llave, de modo que, ¿de qué serviría encontrar lo que sea que hay que abrir, y que no tenemos, sin encontrar primero la llave que lo abre?
Gibbs: Entonces, ¡debemos buscar la llave!
Jack: Eso no tiene sentido. ¿Alguna otra pregunta?

Si no te convence: plan B.

Había pensado mucho sobre el tema y, realmente, me convencía bastante el argumento que hacía de base a la conversación. Era atrayente, educado, sencillo en su núcleo, ligeramente morboso y algo soberbio. Era la combinación perfecta para que cualquier persona se fijase. Cualquier persona inteligente y algo retorcida, claro, ya que las personas inteligentes pero inocentes (al igual que las personas mediocres pero retorcidas) jamás podrían detectar el trasfondo de la frase "Si no te convence: plan B" que fueron las primeras palabras que desembocaron en aquel gran debate que llevaba llevándose a cabo desde hacía tres días en el aula de filosofía bajo la atenta mirada de la pizarra y los pupitres que en esas ocasiones tomaban la función de las abandonadas sillas.

Aquel día me tocaba decantarme por uno de los dos bandos de debatían: los inteligentes-inocentes y los mediocres-retorcidos (que hacían un solo bando) y el de los inteligentes-retorcidos.
La mezcla del primer grupo podría suponer que ellos debían de llegar a la misma conclusión que los del segundo grupo pero si has pensado eso te has equivocado por completo.

El grupo A (llamaremos así a la mezcolanza de personas) veía que la frase que había dado paso al debate tan sólo quería decir amplia y llanamente lo que todos entendemos a primera vista, es decir, que si no te CONVENCE lo que va a pasar cambia de PLAN.
Los mediocres (que son los retorcidos) llevan a cabo un proceso de pensamiento enrevesado y, a menudo, absurdo que les hace llegar a la conclusión de que la frase dice realmente lo que afirma porque intentan hacernos creer lo contrario (absurdo y bastante peliculero ¿no?), mientras que los inteligentes (que son los inocentes) afirman que la frase es lo que es porque si quisieran decir otra cosa, otra cosa se habría dicho.
Es decir, dos tipos de persona, una misma conclusión.

El grupo B, por el contrario, había cogido esa frase, la había observado y la había retorcido y había llegado a la conclusión de que lo que realmente dice es: Si no te CONVENCE lo que todos hacen, directamente escoge un PLAN B que no te corte las alas. Y eso es lo que los Bee’s (un apodo que comenzaré a difundir) quieren hacer ver a los Aa’s. Que el mundo no es una espiral continua que tiene que comenzar por A y terminar en Z sino que si quieres puedes comenzar en R y finalizar por H pasando antes por 25,32 unidades cúbicas.
Es decir, haz lo que quieras, como quieras y cuando quieras dicho en términos más sencillos.

Aquel día me uniría a la reunión por segunda vez (aunque ya sería el cuarto día de debate) y me inclinaría por un bando, respondiendo así a la pregunta que se había murmurado la primera vez que entré en la sala: ¿Por quién tomará parte?

Yo decido.

¿Blanco o negro? ¿Trasparente u opaco? ¿Día o noche? 
Son las eternas preguntas que las personas te plantean a diario poniéndote siempre, para complicar así tu elección, entre la espada y la pared. Te hacen elegir uno u otro juzgándote a partir de entonces por tu desafortunada y poco meditada elección. Y te preguntarás ¿y si no quieres responder? Para ellos si no respondes te desvías o, directamente, eres de opinión contraria a la suya y consideran que no tienes el suficiente valor como para admitirlo.
Pues yo, damas y caballeros, he decidido desviarme del camino marcado. He decidido ser la que no contesta como ellos quieren que lo haga sino como yo quiero contestar. He decidido que elijo gris. He decidido que escojo la translucidez. He decidido que me gusta el atardecer. Y he decidido que seré como me dé la gana de ser.