"Somos amigos. Pero..."
Cobijada en la oscuridad de su habitación, tumbada sobre la cama y con los ojos puestos en un techo que realmente no ve debido a la negrura que se apodera de todos los rincones, trata de encontrar algún sentido capaz de expresarse en palabras a todo lo que pasa por su cabeza.
Sus pensamientos en esos instantes podrían asemejarse con una precisión casi aterradora a esos auriculares que sacas de tu bolsillo después de estar en ese mismo lugar durante un día entero. Están tan enredados unos con otros que parece prácticamente imposible desenredarlos. Y podría haber sido algo más romántica a la hora de buscar un símil que se adecuase a su situación, pero no cree que sea necesario. Lo que busca es claridad y demasiado confusa está ya como para, además, añadirle a su vida una poesía y una retórica que ni necesita ni se entiende.
Respira hondo y, a tientas, se levanta a abrir la ventana. No tener el control de su vida la frustra y, aunque trata no pensar en ello, es algo que flota en el aire. Como un pálpito. Insistente y prolongado.
Cuando vuelve a tumbarse, chasquea la lengua, cierra los ojos y mentalmente estira hacia los lados, hacia arriba y hacia abajo todos sus pensamientos con la esperanza de que algún perezoso no se haya agarrado bien y pueda separarlo del resto. Para tener un hilo del que tirar. Un comienzo.
Afortunadamente y no sin esfuerzo, lo consigue. Dos palabras se despegan de la masa pegajosa y confusa de su mente: “Somos amigos”.
Y cuando comienza a pensar que ha encontrado por fin su camino, una espantosa palabra se suelta sola de aquella maraña aparentemente indestructible, poniendo fin a aquel rayo de luz y sumiéndola de nuevo en la profunda confusión: “Pero…”
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Me encanta, realmente es estupendo, aunque no sé si es esa la palabra adecuada, posiblemente no pero, bah.
ResponderEliminarSi quieres,
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