Quiero.

Intento luchar contra la frustración y la ansiedad que me provocan los sucesos de los últimos días y de los que aún espero ciertas represalias. Creo y espero que no dure para siempre, pero mientras tanto, duele.


Quiero gritar y gritar hasta que me quede ronca; quiero discutir; quiero fruncir el ceño durante unas horas… ¡qué demonios! Quiero fruncir el ceño durante un día entero; quiero ponerme borde y contestar fatal; quiero decirles a ellos que deberían cerrar sus bocazas e irse al infierno un rato o, si les apetece, toda la vida; y, si, ¿Por qué no? Quiero llevar a cabo contigo todas esas perrerías que nos negamos a hacer para no bajar a su nivel.


Quiero, quiero, quiero... Quiero tantas cosas y tan pocas consigo...

2 comentarios:

  1. yo, después de tanto quererlo, lo hice...y no sabes lo liberador que es, aunque luego te sientas mal (culpable). Merece la pena, creeme

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  2. Una sonrisa nunca merece la pena si no sale de dentro. Enfadarse a veces es bueno, pero no lo hagas nunca sin sacar nada positivo a cambio. Te mereces ser felíz Irene :)Un punto de mi parte a tu blog.

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