Tú.



Una vez me preguntaron cuál creía que era el movimiento más inocente de tú cuerpo. 
No respondí. 
Antes tenía que pensarlo bien. 
Sin embargo, aún, a día de hoy, no creo que ninguno de tus movimientos sea inocente. Todo lo que haces está astutamente preparado para evocar la locura, la lujuria, la perdición. Eres un conjunto de gestos que hace que un escalofrío relampagueante baje por mi espina dorsal, estremeciéndome de pies a cabeza.
Algunas dicen que deberías estar prohibido. Gracias al cielo, no es así y... eres todo mío.

2 comentarios: