Oigo gritos, palmadas, risas y llantos. Oigo protestas, críticas y pensamientos. Oigo el murmullo incesante de gente descontenta que busca una solución al problema que todos padecemos. Te oigo a ti y oigo al mundo. Lo que escucho no es otra cosa que la palabra del pueblo que despierta.
Todos han salido a la calle a luchar por lo que creen, por lo que sueñan y por lo que otros, no tan afortunados y algo temerosos, también deberían reclamar. Duermen a la intemperie, comen de la caridad de personas que los apoyan y comparten profundamente sus credenciales y viven, día a día, unos con otros, protegiéndose todos. Tal como una gran familia.
El mundo está roto y las personas aletargadas. Ha habido un tiempo en el que hemos vivido callados y sometidos, pero ahora, ahora podemos verlo. España ha despertado y la juventud va a por todas.
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